Cuando la administración quiere renunciar pero no lo hace
Renunciar a un condominio puede ser una decisión difícil para una administración. Hay varias razones por las que suele suceder esto:
1.- Le deben dinero y si se va será aún más incierta la recuperación de los honorarios adeudados, o incluso hasta de sumas que haya prestado al condominio.
2.- Hay problemas que la administración cree que aún puede resolver.
3.- Hay un pequeño grupo de condóminos que le sigue solicitando que se quede y que no los deje.
4.- Es parte de un grupo desarrollador y no puede renunciar mientras esté en marcha el desarrollo.
5.- Es su primer cliente y si renuncia se queda sin nada.
6.- Es un cliente puente. Tal vez no le interesa tanto, pero será uno que le permita llegar a otro que sí le interesa.
En todas estas razones está presente un elemento que suele ser poco considerado: el “tope de pérdida”.
Este concepto recuerdo haberlo conocido a través del libro de Dale Carnegie “Cómo suprimir las preocupaciones”. Dale nos invita a definir desde antes un tope, un límite, para situaciones negativas que pueden suceder.
Quizás una administración defina que es inaceptable tener que prestarle dinero al condominio. No importa si la falta de liquidez es incluso culpa de ella misma, por una deficiente gestión de cobro. Nunca aceptará prestarle dinero a un condominio. Ese es su tope de pérdida: cero.
Otra aceptará máximo el equivalente a un mes, mientras estabiliza finanzas. Otra más bien buscará llevar al condominio a ese estado para convertirlo en un instrumento financiero. Claramente esto último es contrario a una ética de administración de condominios: causar un problema para luego enriquecerse con la solución.
Otra administración puede definir que si en una elección o encuesta, el apoyo que recibe es inferior al 35% del total, es momento de renunciar. Otra decidirá que puede tolerar que le adeuden honorarios pero máximo dos meses. Otra considera que permanecerá con ese cliente puente un máximo de 12 meses. Si no ha logrado llegar al otro que le interesa, renunciará. Otra decidirá que, si se afecta emocionalmente o a su salud, es momento de dejar a ese cliente. Otra sabrá que es parte de un grupo desarrollador y tendrá que aguantar lo que sea porque ese es su rol, por lo que el límite tal vez sea personal de quien dirige esa empresa.
No importa el límite, lo importante es fijarlo desde antes y respetarlo.
La ausencia de ese límite, en todo tipo de relación, sea de negocios o hasta personal, hace que se toleren situaciones negativas por mucho tiempo, porque se vive de la esperanza de que pronto acabarán o peor aún, se estima el tiempo transcurrido y el esfuerzo hecho como una inversión que pronto se recuperará y dará réditos. No, no lo es. Es un costo hundido y no se recuperará.
Administraciones: ¿han fijado sus límites? ¿Han definido cuáles situaciones son inaceptables? ¿Esas situaciones son conocidas y compartidas por el equipo?
Siempre hay situaciones negativas. No las hagamos ilimitadas.