Ser niño es poder dejar volar la imaginación y eso es lo que haremos para tratar de hacer realidad los sueños de ellos. Mi generación aún, y de ahí para atrás con mayor razón, disfrutamos de las bicicletas y patines (o patinetas que casi no había) en las aceras y calles. Nuestras tardes de verano discurrieron subiendo a árboles, corriendo y jugando escondido entre cafetales y lotes enmontados, o simplemente entrando a las casas de nuestros vecinos a conversar con nuestros amigos. Quiero que por un momento se ubique de nuevo en esas tardes de juego al aire libre de su infancia. Hoy ya nada de eso es fácilmente posible en nuestras urbanizaciones. La inseguridad (real o así percibida) aún antes de robar nuestros bienes, le robó el juego al aire libre a nuestros hijos. La realidad es que nuestros hijos e hijas reciben de nuestra parte mensajes mezclados, en donde por una parte les incentivamos (o forzamos) a abandonar las pantallas y dedicar más tiempo al juego sano al aire libre, y por