Un buen gobierno
Como cualquier inversión y emprendimiento humano, un Condominio ocupa un buen gobierno.
Un buen gobierno implica que todas las necesidades del Condominio son atendidas de forma eficiente y que se dispone de las vías necesarias para dar solución a nuevas necesidades que no han sido contempladas, es decir hay una forma de innovar constante.
Un Condominio que carece de rendición adecuada de cuentas, sea porque se llevan las cuentas de forma incorrecta, o porque la administración oculta esa información, no tiene un buen gobierno. Tampoco si presenta deficiencias presupuestarias, sea porque el presupuesto fue poco realista en su formulación, en su ejecución o bien porque ha habido deficiencias en el cobro o excesos en el gasto. Mucho menos si su infraestructura se encuentra en deterioro, y presenta fallos constantes en su funcionamiento o de los servicios subcontratados.
Si un Condominio padece de estos o similares problemas, esperar a que llegue alguna solución de algún lado sólo contribuye, por omisión, al problema.
Lograr un buen gobierno, sea porque el que existe no es adecuado o porque se carece de él, requiere poder presentar una mejor opción a los condóminos. Hay momentos en los que el caos y el desorden parecen mejores opciones que algunas de las que se presentan; o bien repetir personas e ideas viejas, que ya han probado su fracaso puede llegar a parecer mejor que el caos. Eso es lo que se llama una crisis de liderazgo: no hay quién sepa hacia dónde dirigirse ni cómo llegar ahí, y en ese escenario cualquier guía, parece mejor que la ausencia de ella, sin importar si es un líder capaz ni honesto.
Un condómino que desee resolver esto debe seguir estos pasos:
Primero, debe entender bien la situación, para lo que debe de recopilar suficiente información de su estado, las principales necesidades, hacer una priorización de ellas y determinar un presupuesto preliminar para resolverlas, ojalá en un equipo de trabajo. Además, debe conocer muy bien las reglas de administración del poder en su entorno.
Segundo, debe empezar a vender su idea entre otros condóminos. Es decir, comunicar a otros adecuadamente las ventajas de su opción con el fin de ser una mejor opción que no hacer nada. Además, debe interesarse real y sinceramente por el bienestar del condominio, es decir de la gente.
Tercero, con ese grupo debe poder presentar un adecuado plan y un equipo de trabajo, con distintas habilidades y capacidades, que pueda ser el que permita ejecutar ese plan presentado.
Cuarto, debe decididamente convocar a una Asamblea de Condóminos en la que vaya todo ya tan avanzado que para cualquier otro contrincante (así sea la desconfianza o la desidia misma), les sea muy difícil alcanzarlo en la carrera.
Quinto, con el voto de confianza obtenido debe convertirse en un excelente comunicador para hacer saber a los demás constantemente que lo prometido se está cumpliendo, o si hubo que cambiar de estrategia. Claro que no ejecutar lo prometido o cambiar de objetivos es estafa política.
Un buen gobierno implica que todas las necesidades del Condominio son atendidas de forma eficiente y que se dispone de las vías necesarias para dar solución a nuevas necesidades que no han sido contempladas, es decir hay una forma de innovar constante.
Un Condominio que carece de rendición adecuada de cuentas, sea porque se llevan las cuentas de forma incorrecta, o porque la administración oculta esa información, no tiene un buen gobierno. Tampoco si presenta deficiencias presupuestarias, sea porque el presupuesto fue poco realista en su formulación, en su ejecución o bien porque ha habido deficiencias en el cobro o excesos en el gasto. Mucho menos si su infraestructura se encuentra en deterioro, y presenta fallos constantes en su funcionamiento o de los servicios subcontratados.
Si un Condominio padece de estos o similares problemas, esperar a que llegue alguna solución de algún lado sólo contribuye, por omisión, al problema.
Lograr un buen gobierno, sea porque el que existe no es adecuado o porque se carece de él, requiere poder presentar una mejor opción a los condóminos. Hay momentos en los que el caos y el desorden parecen mejores opciones que algunas de las que se presentan; o bien repetir personas e ideas viejas, que ya han probado su fracaso puede llegar a parecer mejor que el caos. Eso es lo que se llama una crisis de liderazgo: no hay quién sepa hacia dónde dirigirse ni cómo llegar ahí, y en ese escenario cualquier guía, parece mejor que la ausencia de ella, sin importar si es un líder capaz ni honesto.
Un condómino que desee resolver esto debe seguir estos pasos:
Primero, debe entender bien la situación, para lo que debe de recopilar suficiente información de su estado, las principales necesidades, hacer una priorización de ellas y determinar un presupuesto preliminar para resolverlas, ojalá en un equipo de trabajo. Además, debe conocer muy bien las reglas de administración del poder en su entorno.
Segundo, debe empezar a vender su idea entre otros condóminos. Es decir, comunicar a otros adecuadamente las ventajas de su opción con el fin de ser una mejor opción que no hacer nada. Además, debe interesarse real y sinceramente por el bienestar del condominio, es decir de la gente.
Tercero, con ese grupo debe poder presentar un adecuado plan y un equipo de trabajo, con distintas habilidades y capacidades, que pueda ser el que permita ejecutar ese plan presentado.
Cuarto, debe decididamente convocar a una Asamblea de Condóminos en la que vaya todo ya tan avanzado que para cualquier otro contrincante (así sea la desconfianza o la desidia misma), les sea muy difícil alcanzarlo en la carrera.
Quinto, con el voto de confianza obtenido debe convertirse en un excelente comunicador para hacer saber a los demás constantemente que lo prometido se está cumpliendo, o si hubo que cambiar de estrategia. Claro que no ejecutar lo prometido o cambiar de objetivos es estafa política.